Laura Gomez Recas acaba de publicar un nuevo libro en la editorial de A. Benicio Huerga: Circunstancias (Los libros del Mississippi, Madrid,2023). En esta ocasión la autora nos ofrece unas ciento ochenta y cinco composiciones breves , como es el haiku, divididas en seis apartados o "Tesituras", como las denomina ella: "un ejercicio de meditación con el que se toma conciencia de una tesitura, la esencia de lo que acontece en el entorno natural.”
Los haikus son breves poemas en los que la naturaleza es un elemento clave, suelen hacer referencia a ésta, como he dicho, o a la vida cotidiana. Aunque , según se dice, la verdadera esencia de los haikus se la otorga el kigo, que, en japonés, es la referencia a una de las estaciones del año, propia de los haikus. Y Laura Gómez Recas ha querido ser fiel a la escritura de haikus y nos ofrece en sus llamadas “Tesituras” breves poemas que abarcan la contemplación de la naturaleza y breves también los que se relacionan con los sentimientos y la emociones producidas en la contemplación de una circunstancia.
Así pues al estar, los haikus, inspirados en la naturaleza y su contemplación, el llamado Kigo sirve para mostrar la fecha de su composición: primavera, verano, otoño, invierno. También la naturaleza ha servido y sirve como inspiración a toda clase de poemas de ahí que en este libro nos encontremos con estas Circunstancias de Gómez Recas porque: “escribir haikus es captar una circunstancia, concretar en palabras, un accidente temporal sustancial.”
“Circunstancias contiene ese esfuerzo por lograr la pincelada literaria del instante.” He aquí ejemplos de diferentes tesituras.
“Tesitura del cielo”
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“Tesitura del agua”
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“Tesitura vegetal”
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“Tesitura animal”
“Tesitura de amor”
“Tesitura del pensamiento”
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Lo que en el haiku japonés denominan “moras” y que son unidades que miden la duración de lo que nosotros llamamos sílabas y que, en nuestro lenguaje las cambiamos por sílabas. Según palabras del poeta mexicano Octavio Paz, el haiku es “un organismo poético muy complejo. Su misma brevedad obliga al poeta a significar mucho diciendo lo mínimo.” Este brevísimo poema que se podría definir como “poesía de la sensación, pretende , no oscurecer con palabras, sino iluminar el poema con ellas., a través del asombro y la emoción mediante su contemplación ante la realidad (de la naturaleza, de lo cotidiano, del pensamiento, de los sentimientos como el amor…)
Se suele relacionar el haiku con el Zen; pero aunque el zen utilizó el haiku para la difusión de su filosofía, parece ser que no es el origen de esta forma poética. Matsuo Bashó fue un monje budista del siglo XVII, que popularizó el haiku, dándole un aire de melancolía y dotándolo de un sustrato zen trascendente. Uno de sus haikus más conocidos dice así:
“Nadie que vaya
por este camino.
Crepúsculo de otoño.”
La influencia del haiku llegó a la literatura de occidente a través de Eiji Yoshikawa (1892- 1962), el más famoso novelista japonés que a los 18 años se despertó en él el interés por el comic haiku por lo que comenzó a escribir. Este escritor influyó en famosos poetas del siglo XX como, entre otros, Antonio Machado (que escribió haikus de pensamiento generalmente). Para Antonio Machado escribir haikus imagino que fue relativamente fácil pues en nuestra lengua y dentro de la forma estrófica “Seguidilla (7-5ª-7-5ª)” cuando es compuesta los tres versos que se le añaden finales, llamados bordón, se escriben con sílabas, iguales a las que se emplean para el haiku pero con la salvedad de que llevan (generalmente) rima asonante en los versos impares (5a-7-5a). A esta estrofa que emplea el bordón se le llama Seguidilla compuesta o bien Seguidilla con bordón y de este bordón que es como el haiku japonés en cuanto a forma pero con rima, Don Antonio Machado era un gran conocedor por ser poesía tradicional o popular que tan bien conocía y empleaba, por emplearla su hermano Manuel como poeta y por recopilarla su padre que usaba el sobrenombre de “Demófilo”.
Laura Gómez Recas suele decir: “Yo persigo definir el mundo, pero es el mundo el que me define a mí.” Y en este libro llamado Circunstancias ha definido, al menos, este breve poema llamado haiku adaptándose a sus medidas (castellanizadas) y a su intención original que principalmente era la de expresar (con asombro y emoción) el producto de la contemplación ya de la naturaleza, ya de sentimientos y/o emociones.
Y para concluir escribo un bordón, es decir una coda final de la seguidilla con su rima asonante, que es muy de nuestra poesía tradicional o popular y que si lo escribimos en solitario, resulta que en nuestra lengua tenemos una estrofa en la que caben todas las temáticas en solo tres versos que son como el haiku pero con rima. Dedicado a este libro en concreto y a Gómez Recas, su autora..
Laura Gomez Recas es Licenciada en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid. Ha publicado poesía en revistas especializadas, y es coautora de las antologías poéticas Universos Diversos (2009), Panorama (Asoc. Versos Pintados del Café Gijón, 2010), Silencios encontrados (2011), de la colección Poesía en la Distancia, Uni-versos para Somalia (2011), Poesía en Sidecar (2012) y Madrid a Miguel Hernández, desde el Café Gijón (2012). Autora también, que yo conozca, de los poemarios Llámame azul (2012). Zahories (2020) y Circunstancias (2023).
Manuel López Azorín
Abril, 2023
Circunstancias es el título con el que Laura Gómez Recas regresa, para regocijo de los que amamos su poesía, al mundo editorial. No es Laura una poeta que se prodigue en demasía. Cauta, celosa de la intimidad de su propia palabra, camina despacio, sin ruido, regalándonos con mesura una poesía intimista, bellísima, sabiamente desnuda y acendrada.
El libro se plantea como un camino, un viaje interior en el que la poeta se busca y nos busca con ojos limpios, absolutos. Laura sabe mirar y mira, reconoce la sed de los esteros, los sonidos más altos de la brisa. Es la suya una poesía franca, que no entiende de embozos ni disfraces, que hiere y cauteriza al mismo tiempo. En esta ocasión, consciente de la necesidad de la incerteza, ha reunido un conjunto de haikus que dejan el alma en suspenso y el corazón en vilo. Circunstancias es un libro diáfano, pleno, que nace de un deslumbramiento, porque cada uno de los poemas es eso, un deslumbramiento, un destello fugaz que desarbola el aire al fondo de la piel, un camino de luz tras la tormenta.
La poeta no disecciona la realidad, antes al contrario, se siente interpelada por ella, seducida de azules al borde del relámpago. La naturaleza le sirve de marco, de revulsivo; bebe de ella como si fuera su único alimento, la única materia capaz de sostener la vida. “Septiembre llueve”. - escribe - Y todos los senderos se iluminan al borde del espacio. Articulado en seis ámbitos, seis Tesituras detrás de la palabra, el libro es un canto a la luz, a la mirada que salva y que descubre. Laura bebe de las fuentes del Haiku, lo interioriza y lo hace suyo. Nuestro. Y es que esta forma de consumación de la belleza no sólo necesita, para serlo, cumplir un patrón silábico. Para aproximarse al haiku - Laura lo hace magistralmente - es necesario haber interiorizado esa filosofía oriental del quietismo y la pureza, de la contemplación y el éxtasis. Contra lo que pudiera pensarse, Circunstancias podría circunscribirse en medio de toda una tradición mística, de una filosofía del recogimiento que lo dotan, si ello fuera posible sin traicionar su significado, de una fragilidad irrenunciable.
Hay algo muy plástico en este libro, muy escenográfico. Los poemas se agrupan en torno a la idea de belleza, de trascendencia, construyendo un corpus herido de misterio. Laura Gómez Recas va dando pequeñas pinceladas a modo de aviso, teselas de un mosaico polícromo y deslumbrante. Y es quizá solo al terminar la lectura cuando podemos admirar ese paisaje en toda su dimensión, en toda su grandeza. La poeta dibuja lo inasible, se asoma al universo y recoge aquello que la conmueve, indaga en lo pequeño, percibe, en palabras de Basilio Sánchez, “el universo bajo la filigrana de una hoja”, bajo la lentitud de lo imposible. Sabe - y así nos lo demuestra – que hay estrellas al fondo de los diques, que detrás de la mirada nos aguarda, como un campo de gules, “El vertical / ramaje de los sauces”. Desde aquí saludamos la publicación de este libro infinito, de múltiples lecturas y múltiples esbozos, que está llamado a ser - lo es ya por mérito propio - espejo de temblor y de silencios.
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